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El consumo de alcohol y otras drogas entre los jóvenes españoles antes de mantener relaciones sexuales es un hábito muy extendido que afecta de forma grave al libre y consciente consentimiento entre ambas partes y multiplica tanto las prácticas de riesgo como los episodios de violencia y la sexualidad irresponsable. Están son algunas de las conclusiones que revelan dos estudios complementarios realizados por FAD Juventud, que también muestran la deficiente formación de los adolescentes y jóvenes españoles sobre sexualidad y drogas, pese a que ellos piensen justo lo contrario.
El marco general de esta investigación lo dibujan dos datos. El 70% de los españoles de 15 a 29 años han mantenido en alguna ocasión relaciones sexuales después de haber bebido o de que lo haya hecho la otra persona (el 25% lo hace habitualmente) y hasta el 29% también ha tenido sexo después de consumir (uno, otro o ambos) sustancias estupefacientes como cannabis, cocaína, éxtasis o 'popper'. Aunque la mitad asegura ser consciente de que las drogas empeoran las relaciones y aumentan los riesgo, lo cierto es que también la mitad admite beber de forma planificada en busca de estas relaciones íntimas.
El estudio deja constancia en múltiples apartados de los riesgos de unir alcohol, drogas y sexo, pero posiblemente los más preocupantes son los datos que vinculan el cóctel con la inseguridad, la violencia y los trucos para lograr un consentimiento adulterado. Cuatro de cada diez chicos confesaron a los entrevistadores haberse aprovechado de que una persona, conocida o no, estaba intoxicada por alcohol u otras sustancias para lograr mantener relaciones sexuales con ella. Se trata de casi el doble que las chicas de su misma edad (26%) y el porcentaje aún se aproxima más a la mitad entre los adolescentes de 16 a 19 años.
Este fenómeno concuerda perfectamente con la idea mayoritaria, sobre todo entre las chicas, de que tomar sustancias dopantes dificulta decir que 'no' o detectar un intento de abuso, algo que confirma el hecho de que más de la mitad de los encuestados indique que tras haber consumido alcohol o drogas se ha sentido presionado para tener sexo o que entre el 42% y el 60% admitan no recordar exactamente qué sucedió ni cómo.
Esta peligrosa combinación desemboca en demasiadas ocasiones en violencia de género. Casi cuatro de cada diez, el 37%, indican que durante las relaciones sexuales bajo efectos de sustancias ha sufrido algún tipo de maltrato y unos tres de cada diez, el 29%, aseguran que ellos fueron los maltratadores. Eso sin contar a los más del 60% que se arrepintieron de tener la relación o que no sintieron placer alguno.
La segunda gran constatación de la investigación es cómo la unión de alcohol, drogas y relaciones íntimas dispara las prácticas de riesgo. Los jóvenes que beben con frecuencia han tenido cuatro veces más embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual que el resto de los de su edad y cuando además toman otros estupefacientes los problemas se han multiplicado por seis. Se han quedado embarazadas alguna vez o se han contagiado de venéreas sobre el 20% de los que toman alcohol. Lo mismo le ha ocurrido a uno de cada tres de quienes ingieren otras clases de drogas. Se trata de porcentajes altísimos si se tiene en cuenta que entre los jóvenes abstemios los embarazos no queridos y las infecciones no pasan del 4,5%.
No obstante, las prácticas de riesgo en las relaciones sexuales de los jóvenes españoles tienen mucho que ver con la deficiente información sobre salud sexual que demuestran y con una notable dosis de irresponsabilidad. Son expertos en jugar a la ruleta rusa. Más de la mitad, el 51,5%, no utiliza con regularidad métodos anticonceptivos en sus relaciones íntimas, porcentaje que se eleva notablemente entre los consumidores de alcohol y drogas. La principales razones son mejorar el disfrute y la confianza en su pareja sexual.
Pese a la falta de precauciones, tres de cada cuatro menores de 30 años no ve peligro (o estima que es mínimo) de contraer un infección sexual. Esta nula percepción del riesgo y la idea de que no me va a ocurrir a mí, contribuyen a que sean el grupo de edad con más contagios de gonorrea, sífilis y clamidia, infecciones que están disparadas en España en los últimos años. Aunque los datos expuestos demuestran su enorme error, el 60% de los adolescentes y jóvenes no ven riesgo alguno de sufrir un embarazo no deseado, o lo perciben como mínimo.
Aunque un 90% considera tener suficiente información sobre sexualidad y 72% sobre los estupefacientes, lo cierto es que más de la mitad reconoce no haber recibido una educación de calidad en ambos campos por parte de la familia o la escuela y aclaran que lo que saben lo han aprendido por su cuenta, fundamentalmente de lo que les dicen sus amigos y de lo que averiguan a través de internet y las redes sociales.
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